lunes, 30 de marzo de 2009

LUCES Y SOMBRAS DEL OFICIO DE ESCRIBIR


Recién he aterrizado en esto de escribir, hace apenas unos años. Pese a llevar ganándome la vida con ello desde los 17 o 18 nunca me había considerado escritora. Como Jordi Sierra dice "cuento historias". Pero ahora, teniendo una novela publicada y algunos otros méritos, aunque me de mucha vergüenza y respeto que me lo digan, supongo que sí, he de reconocer que soy escritora (el primer paso para la curación es reconocerlo).
En estos últimos tiempos he tenido la gran suerte de conocer a algunos escritores con más o menos currículum a sus espaldas que yo. Gracias al intercambio de experiencias he aprendido mucho y ahora puedo decir que sé un poco más de este mundillo. Y, como en todas partes, no es oro todo lo que reluce y cada uno sabe, y lleva como puede, las luces y las sombras de esta profesión.
A saber. Editoriales con pedigree que no pagan sus contratos o que los incumplen. Escritores de proyección mediática que han cobrado menos de adelanto por su novela que yo y también han recibido menos ejemplares de ella. Escritores que llevan muchos años intentándolo y otros que han llegado y besado el santo. Gente que sólo quiere publicar y vender, otros que hacemos carrera de fondo y vamos atesorando pequeños logros... en fin, como se suele decir, que hay de todo como en botica.
En el poco tiempo que llevo en esto, de todo me he encontrado. En general gente amable y generosa que comparte y se alegra de tus éxitos y que te anima a seguir. Otros, apenas uno o dos, que no sólo se creen mejores que tú sin tener nada sino que además tiran por tierra lo tuyo. A estos últimos les recomiendo humildad. Lo mío será escaso, no tendrá glamour, no estará hecho como "Dios manda" (que a saber qué tiene que decir este señor en lo de escribir a no ser que sean sus Evangelios) pero está ahí (lo mío, me refiero).
Me puedo sentir, no sé si decir orgullosa porque me parece pedante, pero sí contenta de haber ganado dinero escribiendo ficción y ya en un par de ocasiones. La última, con un montante que muchos para sí quisieran, incluso algunos que parecen más afortunados que yo. El caso es que no envidio otras suertes, me quedo con la mía. Con mis argumentos simples y mis historias poco interesantes, con mi manera de publicar poco afín a los mandamientos del Todopoderoso y con la mala suerte de que mi novela no se encuentre en las librerías. Yo, al menos, tengo publicada una novela.

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